martes, 11 de marzo de 2014

Marcos y la sirena


Cada día, puntual, Marcos acude a ver cómo están sus flores. Hace años que lleva a cabo el mismo ritual, siempre a la misma hora y en el mismo sitio. Nadie recuerda que haya fallado ni un solo día: ni cuando diluvia, ni cuando el sol veraniego ajusticia, ni cuando ha tenido fiebre o le han despedido de un trabajo. Cada día está allí, cuidando con mimo las flores mientras echa furtivas miradas al mar. Su presencia y el ceremonial que despliega le han convertido en un personaje famoso, que ha llegado a aglutinar a su alrededor decenas de turistas que han querido inmortalizar ese momento con sus teléfonos móviles. Pero a Marcos parece que no le afecta nada de todo eso. Él permanece impasible, paciente, con sus pensamientos vagando por mundos estratosféricos. En su interior, sigue anhelando volver a ver esa sirena que un día vio salir del mar.



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